Patriarcado Roto

- ¿Porqué no quieres hablar con tu padre? ¿ qué te ha hecho?
- Existen cosas que son solo para mi y a su debido tiempo le haré saber a mi padre.
- No dejes que el odio te consuma, ya ves como le paso a el conmigo, después te puedes arrepentir.
- Pero abuela yo no lo odio, si algún día planeo hablar con él, prometo contarle el porque no quiero hablarle.

Me alejo lentamente de mi abuela, ¿donde? lo ignoro, pero me siento contento por el momento no estará fastidiando de nuevo con lo mismo, creo que debí haber tenido esta platica mucho tiempo atrás con ella, aunque en realidad ignoro porque sigo hablando con ella, puesto que en realidad no la estimo, ella a mi tampoco solo es parte de su actitud controladora sobre toda la familia a la cual afortunadamente no pertenezco, al parecer es como dice mi padre "has sido cortado distinto a toda la familia" aunque ya no se si eso es un halago o un insulto...

Es lunes, cerca de las 9 a. m. el teléfono suena y me tomo mi tiempo en contestar
- Hola super, ¿cómo estas?
- Haaa -digo sin ganas- Bien, estaba desayunando, ¿tu cómo has estado?
- Me contó tu abuela que quieres hablar conmigo, ¿vamos por un café en la tarde?
- No se qué te habrá contado, pero por mi esta bien.
- Sino quieres verme pues no, no es necesario que te sientas comprometido
- Te digo que por mi esta bien, te veo en Santa Lucia a las 4 justo en los confidentes oxidados.
- ok, te quiero chusita
Cuelgo

El día transcurre con una parsimoniosa actitud que me espanta de sobre manera, trato de no alterarme, pero esta calma es abrumadora, prendo un cigarro y bebo un trago a mi cerveza, que diría mi madre sobre mi desayuno (cigarro y cerveza a las 10 a. m), seguramente se pondría a gritar como siempre o me diría en tono conciliador algo como "te va a dar cirrosis pulmonar chamaco" como método a su resignación sobre mis vicios. En este punto ya estoy muy sobresaltado, el hambre sigue sin llegar y ya estoy ebrio a punto de abrir la segunda cajetilla del día y eso que no ha anochecido siquiera... Entonces de súbito me llega una imagen a la mente y me calmo, es ella, con sus enormes ojos, cada que pienso en ese par de glóbulos oculares termino bebiendo café, esos labios que invitan a pecar... Me voy calmando de poco en poco, llega la hora y me meto a bañar, me visto y me largo.
Llego a la hora pactada y le veo sentado en la banca junto a La Tratto, ultima bocanada y tiro el cigarro, el se levanta.

- Deberías dejar el cigarro, te va a hacer mal
    Le ignoro
- Hola ¿cómo estas?
- Bien, bien, ¿dónde vamos?
- Vamos al chocolate, se me antojo comer ahí, aparte se permite fumar junto a la fuente.
- Pues vamos

Caminamos unas cuadras antes de llegar y me habla de las trivialidades y sus exageraciones, en fin es igual que la ultima vez que nos vimos hace algunos años antes.
Ya sentados pido una cerveza y un café negro y continua la platica

-¿Cómo estas con Fátima?
- Ya hace un tiempo que terminamos,
- Que mal, lo siento mucho
- Que yo sepa nunca fue de tu agrado... -decido callarme-
- No, no me caía bien, se que no era buena para ti.
- JA JA JA JA
- ¿Qué pasa? ¿por qué la risa?
- Es que ahora resulta que sabes que es bueno para mi JAJAJAJA
    No le causa mucha gracia pero entiende el mensaje
- Bueno, querías decirme algo, pues aquí andamos, trate de estar calmado, pero si que estas muy ácido así que vamos al grano.
    Prendo un cigarro más y me dispongo a hablar
- Solo para que sepas y de paso vayas y le comentes lo que gustes a la "familia" me han preguntado porque no te quiero hablar porque te odio y esas cosas, pero ciertamente  no tiene nada que ver con eso, ni siquiera tiene que ver con las muchas veces que me rompiste la madre sin razón o humillaste frente a todos, tampoco por asomo tiene que ver la vez que me gritaste que soy el peor hijo que un padre puede tener, no ni siquiera es por eso, me duele pero pos no es eso te lo aseguro.
- Yo era distinto en ese tiempo, era mas volátil y se que les hice mucho daño pero ya nada se puede hacer, el pasado es el pasado y ahí se quedara.
- No te lo estoy reclamando ni tampoco estoy aquí para escuchar tu justificación, estoy aquí para decirte la razón de porqué no te quiero hablar.
-Entonces ya dímelo para ver que podemos hacer.
- ¿Hacer? como si algo se pudiese hacer ya.
La razón es simple, en tus épocas de contador del gobernador recuerdo muy bien que te daba vergüenza que te vaya a visitar ¿recuerdas? Incluso una de las veces que fui escuche por radio que preguntaste
 ¿esta bien vestido? No -respondió el guardia-
 Entonces dile que no estoy.
El guardia salio y me dijo que no estabas, que estabas en una junta, le dije gracias amablemente y molesto al mismo tiempo, después de todo el no se tiene la culpa. Ese día me fui caminando a la casa, todo el día me la pase en un trabajo en equipo y me había quedado sin dinero... en fin me fui a casa, total que son 2 hrs caminando, llegue tarde, desde ese momento decidí no volver a ir a verte.

- Hijo lo siento de verdad, no sabía, de haber sabido
- ¿De haber sabido que? ¿Te hubieses avergonzado menos? Ahora que tienes a tus hijos perdidos intentas ser lo que necesitamos antes, no me vengas con pendejadas hipócritas que ni tu te las crees, pero en fin, así como tu te avergonzaste de mi yo me avergüenzo de ti ahora.
   Me levanto tiro dos billetes de $100 y me voy, ignorando si me sigue con la vista o intenta detenerme, que importa ya, prendo un cigarro más y me limito a caminar... por los buenos tiempos.

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